Capitán Cobarde en Sala Custom
Es día 17 de Diciembre y la Sala Custom está a rebosar. Desde antes que comience el concierto el ambiente ya vibra, lo que resulta chispeante y hace que se note el buen rollo.
Es día 17 de Diciembre y la Sala Custom está a rebosar. Desde antes que comience el concierto el ambiente ya vibra, lo que resulta chispeante y hace que se note el buen rollo.
Es día 17 de Diciembre y la Sala Custom está a rebosar. Desde antes que comience el concierto el ambiente ya vibra, lo que resulta chispeante y hace que se note el buen rollo. Es una de las primeras ocasiones en las que podemos disfrutar de un concierto a la vieja usanza: sin miedos.
Tras cumplir con el protocolo obligatorio y acostumbrado que, he de decir, en la Sala Custom, siguen de modo férreo, saco la cámara, me coloco en el foso por primera vez desde hace dos años e, intentando recordar cómo se hacía, me dispongo a cubrir el concierto.
No han comenzado aún las primeras notas y el público ya está saltando y cantando, vienen con las pilas cargadas de casa y Alberto (Capitán Cobarde), lo aprovecha a fondo, nos caen tres temazos que nos dejan sin resuello. La gente se vuelve especialmente loca con «Descuida«, todo un clásico que no puede faltar en sus conciertos.
No falta ocasión para presentar a sus Niños Perdíos, primero le toca el turno a su bajista: Néstor Urquía, que se marca un buen solo con el bajo y, tras otro de sus temas, a Carlos Hervés, su guitarrista, que se marca un señor riff. Tras éste ratito nos comenta sobre su filosofía, sobre lo que el llama su estilo, su «humanismo pirata», algo que sirve para introducir uno de los temas de su nuevo disco: «El Eterno Debutante«, tema que se ve un poco afectado por algún que otro problemilla de sonido, pero, después de todo, ¿qué sería de un debut sin éste tipo de detalles?
La sala vuelve a rodar a 33 rpm cuando sacan del baúl: «Mi Estrella«, tema de sus tiempos como Albertucho y con el que, tanto el grupo como la sala, se vienen arriba y desatan su lado más punkarra y rockero, un trallazo acojonante y un público entregado que salta, chilla, canta y baila como loco.
Se nota que el Capitán está en casa y, para muestra de ello, su familia, a quien nos presenta y le dedica un momento de cariño. A continuación, hace acto de presencia el primer invitado de honor: Astola, con quien interpreta: «Llegó la primavera» y, tal y como nos había comentado durante la entrevista que tuvimos por la mañana, llega la primera sorpresa, un tema especial dedicado a las dos vírgenes más queridas de Sevilla y las que más guerra arman: La Esperanza y La Macarena. Un tema en el que dejan de lado sus guerras y acaban amándose y dejándose llevar por la pasión. El humor que no falte y el amor, tampoco.
Tras éste episodio tan cómico, nos habla de arte y de cómo lo llevan muchos grupos a pesar de los años, nos habla del tema que tuvo ocasión de realizar como motivo del 30 Aniversario de Reincidentes, un tema rockero y punkarra a partes iguales, un tema de denuncia que la sala no deja de corear y de cantar: «Los Hijos de la Calle«.
Estamos llegando a uno de los momentos más emotivos del concierto y, para mi sorpresa, habla de algo que nos ocurrió ésa misma mañana, cuando, tras nuestra entrevista, se nos acercó una mujer roma y nos estuvo leyendo la mano, un momento muy random del que rescata algo que dijo y que le dejó pensando: «Tienes una señora de pelo cano que te cuida y que se marchó hace dos semanas«. Nos comenta que ésa señora está en el cielo y que hoy ha venido a visitarle, se refiere a su abuela, de éste modo comienza: «Acuérdate de Mí«, un tema en acústico y a media luz, que se convierte en el más íntimo de todo el concierto.
Siguen los momentos cercanos en compañía de la segunda invitada de la noche: Ana Boheme, con quien interpreta: «El Juguetito«, no sin antes contarnos que va a ser padre y que ya es hora de comprar los muñecos de las Trotugas Ninjas, lo que arranca las risas de todos los que allí nos encontramos.
Tras despedirse de Ana, algo cambia en la atmósfera, las luces se vuelven tenues y hasta siniestras, poco a poco asistimos al cambio más radical de la noche, el hombre que tenemos delante acaba por transformarse en la encarnación del propio diablo, el ambiente se carga y el Capitán desata su lado más salvaje y oscuro a ritmo de blues. Las notas de «Los Malos Cristianos«, parecen llenarlo todo y el escenario se vuelve muy muy pequeño para la grandiosidad de la que estamos siendo testigos. Atónitos asistimos a lo que, sin lugar a dudas, es el momento cumbre de la noche.
Aún asimilando lo que acaba de ocurrir, comienzan a sonar los primeros acorde de: «Corazón de Perro«, un tema que hizo las alegrías de sus fans durante la cuarentena, al haber sido ellos los encargados de crear su videoclip, en éste período, y que también encontramos en su nuevo disco.
Tras esto se despide y el grupo abandona el escenario. La gente no sabe muy bien si pedir un bis, si llamarles o cómo reaccionar, creo que más fruto de cómo nos ha tratado la vida en los últimos años que de otra cosa, desde mi posición los noto un poco perdidos, pero, finalmente, se animan y comienzan a vitorearles pidiendo su vuelta al escenario, algo que no tarda en ocurrir.
Una vez en escena aprovecha para hablarnos del merch y pedir un fuerte aplauso para todo el equipo de sonidos, luces y todos los que han hecho posible el concierto, tras lo que nos regala tres temas más de su repertorio, entre el que destacamos: «Vicio«, tanto por la entrega del grupo, como por la del público, un poco más y la sala explota con tanta intensidad.
Cuando parece que ya todo ha terminado, sus fans vuelven a reclamarle y, ahora sí, con: «Vergüenza«, se acaba un concierto de infarto en el que nos ha regalado momentos para la memoria y ha repasado lo mejor de su trayectoria junto a sus nuevos temas. Salimos muertos del local y nos vamos a casa deseando volver a verle muy pronto por Sevilla.
JessyKiller